martes, 8 de septiembre de 2009

15° Tour.

Papá ya sabía de mi plan, obviamente, al igual que Alice. Se puso algo necio en cuanto vio que solo íbamos Jacob y yo. Como si nunca hubiéramos salido solos antes.
-Pero ten en cuenta que no conocen este lugar y se podrían perder fácilmente.
Jacob y yo soltamos unas carcajadas tan pronto terminó.
-Papá, no nos podemos perder- le dije-. Simplemente seguimos el aroma y ya.
No pareció muy convencido pero, nos dejó ir.
Agradecí cuando vi un reluciente carro que estaba estacionado frente al garaje. No sabía con exactitud que carro era, pero al parecer Jacob si. Tenía la mirada más boba que jamás había visto.
-¿Qué carro es?- pregunté inocentemente.
-Es un Lamborghini Murciélago LP640 motor V12- dijo el nombre con una total reverencia-. Es maravilloso.
Me sorprendió que no se arrodillara frente al auto y le pidiera matrimonio.
Era un buen coche. Color naranja. Altea debía adorar ese coche.
-Y lo adora- dijo mi padre detrás de mí.
-La estructura de este automóvil consiste en un armazón de tubos de acero de alta resistencia, reforzados con planchas de acero y fibra de carbono. Es capaz de llegar a los 333 kilómetros por hora. Es una verdadera belleza de coche.
- Por lo consiguiente- mi padre nos atajó a Jacob y a mí por la espalda-. Deben cuidarlo como si su vida dependiera de ello. Y créanme que es como si así fuera.
-Si, papá- respondí como niña de guardería que promete cumplir con las tareas y llevar una estrellita a casa.
-Nunca le haría daño a este bebé-respondió Jacob aún atarantado por el coche.
Papá y yo pusimos los ojos en blanco al mismo tiempo.
Subí al coche antes de que Jacob hiciera algo realmente vergonzoso. Las puertas eran realmente increíbles. Eran de un estilo de tijeras. Jacob parecía más embobado que antes. Se quedó parado antes de entrar. Al parecer admiraba los negros asientos de piel. Se podía sentir el olor a piel como si tuviera los asientos pegados a la nariz. Toqué la bocina para que Jacob entrara.
Parecía más emocionado al entrar. Podría jurar que estaba saltando en el asiento del conductor.
-Cielos, Jacob- grité tratando de calmarlo-. No te veía tan emocionado desde la boda de Sam en la que había comida como para donar a los niños de África.
-Lo siento- se disculpó con un gran suspiro-. Creo que me dejé llevar por la emoción pero, compréndeme, Ness, es el mejor coche al que he subido.
-Te comprendo, Jake- prendí el aire acondicionado y lo puse a la máxima potencia. Tanto calor me había derretido el cerebro y ya comprendía a Jacob. Que grave-. Ya tendrás tiempo para presumirlo a donde vamos.
-Maravilloso.
El primer lugar al que fuimos fue la Fuente de Trevi. Jacob no dejaba de regodearse sobre el auto. No faltaron las personas que se nos acercaron para admirar el auto.
Hubo un momento en que por poco le quito la cabeza a una… a una… no puedo decir que era una chica común y corriente porque no lo era. Era una aventada. En el momento en que vio a Jacob. A mi Jacob, recostado en la puerta del copiloto del carro, lo primero que hizo fue mirar a su lado y me vio a mi.Al no ver señal de alguna persona que fuera “competencia”, se acercó a Jacob con un movimiento de caderas demasiado innecesario. Enrollaba una y otra vez su rojo cabello mal teñido entre sus delgados, no, huesudos dedos. Tenía los ojos de un color tan negro que juraría-de no ser por su olor cien por ciento humano y su extremada fealdad-a que podría tratarse de una vampira hambrienta. Su voz era un poco más grave y no contrastaba en nada con su cara.
Cuando estuvo frente a Jacob, me aferré más a su brazo. A ella no le hizo gracia el ver que Jacob iba conmigo y que no era una pequeñuela como la mayoría de los humanos solían decirme al verme comparada con Jacob o cualquier lobo.
- Jacob- dije con voz cortante-. Vamos a ver la fuente- al terminar la última frase, le mostré mis afilados dientes a la chica.
No me gustaba referirme a ella como la chica así que puse mi mano sobre el hombro de Jacob y le ordené que le preguntara su nombre.
Aun de perfil, pude ver como sus cejas se juntaban ante mi “interés”.
-Veo que no son de aquí- dijo ella con un acento italiano mucho menos controlado que el de Altea, Melissa, o cualquiera de los Vulturis.
-No- contestó Jacob demasiado cortes para mi gusto-. Venimos solo de visita.
- Me llamo Dalila- extendió una mano para estrecharla con Jacob y luego conmigo pero, yo no se la estreché.
-Yo soy Jacob y ella…
- Yo soy Giuliana- así si te mato o te hago daño, mi nombre no te dará ninguna pista-. Encantada de conocerte, y que lástima pero, ya nos tenemos que ir.
Jalé el brazo de Jacob y lo llevé hasta la fuente.
Eso había sido mucho peor que el día en el que estuvimos en First Beach y todas esas chicas se emocionaron al ver el pecho desnudo de Jacob, Quil y Embry. Todavía recuerdo los nombres de todas las chicas. Virginia, Rebecca, Diane, Joyce, Judith, Nicole, Rachel, y Bonnie. Corrieron con suerte ya que Leah mantuvo los estribos y no se transformó.
La fuente era realmente preciosa. Su belleza hizo que olvidara a Dalila. La recordaría mas tarde. De eso no habría duda.
Según recordaba de unos libros que había leído unos meses atrás. Arrojar una moneda, con la mano derecha sobre el hombro izquierdo, te traía buena suerte y aseguraba tu regreso a Roma.
Nada perdía con intentar. Tomé una moneda de mi cartera y la arrojé, con la mano derecha sobre el brazo izquierdo.
-Sabes que volverás- dijo Jacob en mi oído- ¿Para qué arrojar una moneda?
-¿Y?- contesté lo más frío que me fue posible.
-Vamos, Nessie, te comportas como si estuvieras celosa.
Vi en sus ojos que tan pronto dijo eso último, se arrepintió.
-Pues si, estoy celosa- le dije cruzándome de brazos-. No quiero perder a mi mejor amigo en manos de una persona como esa tal Dalia- dije su nombre como si fuera un insulto.
-Pero yo nunca te cambiaría por nada ni por nadie.
-¿Lo juras?
-Lo juro, siempre y cuando tu jures que nunca me vas a cambiar.
-Sellamos una promesa arrojando una moneda cada quien. Esa moneda cerrará nuestra promesa. Tu nunca me cambiaras y por lo consiguiente, yo nunca te cambiaré.
-Es algo tonto, pero si eso te hace feliz- se encogió de hombros-. Por mi está bien.
Los dos arrojamos nuestras monedas a la fuente y cayeron al agua.
Observé como caían las dos monedas. Al tocar el suelo, las monedas quedaron juntas, parecía como si quisieran reconfortar nuestra promesa.
El intenso sol hacía que el agua brillara como si tuviera millones de diamantes más al fondo. Como la piel de vampiro a la luz del sol. Era un escenario maravilloso. Jacob parecía estar de acuerdo conmigo, ya que no dejaba de observar la gran fuente.
-¿Y a dónde vamos ahora, preciosa?
-Al Castillo de San Ángel y luego al Coliseo- dije buscando el Lamborghini con la mirada.
-¿No querías visitar mas lugares?
-No creo que se le permita la entrada a seres mitológicos en muchos de los lugares que hay aquí.
-Buen punto- dijo Jacob-. No me imagino a un vampiro o a un licántropo en una iglesia.
-Ni yo- los dos rompimos en tan grandes risas que una señora que iba con su pequeña hija, se nos quedó viendo y tropezó con un poste de luz que había antes de llegar a su auto. Claro está, eso hizo que nuestras risas aumentaran.
-Bien, vamos o no lograremos llegar a casa antes del anochecer.
Prácticamente, la casa de Altea y Meli, ya era nuestra casa, habíamos pasado tanto tiempo ahí que ya la adoptamos como nuestra. Me preguntaba qué hacíamos todavía ahí. Se suponía que en un principio habíamos llegado con ellas porque tenían información sobre Joham. Tenía más de un mes que estábamos en ese lugar y sin progresar en nuestra búsqueda. No tenía noticias de los Vulturis ni de Nahuel o Huilen. Alec tenía un poco de progreso en su relación con Altea. Ya podían mantener una conversación sin ponerse nerviosos.
Llegamos al castillo de San Ángel en menos de tres minutos. De no ser porque acababa de estar a la luz del sol, juraría que ya había anochecido, este tipo de polarizado era muy útil para vampiros.
El Castillo de San Ángelo se veía muy antiguo. Había una gran multitud que seguía a un guía. Su recorrido apenas iba a empezar así que, nos unimos a ellos.
-En el año 590, el papa Gregorio el Grande encabezaba una procesión…- decía el guía-primero en inglés, luego en italiano y al final en francés-como si tratara de hacer comprender a un grupo de niños de tercero de primaria.
Según había dicho el guía, estábamos sobre el puente Emmanuel II. Jacob se inclinó para ver el agua y una pequeña trató de tirarlo por la borda.
Pobre niña, se metió con el lobo equivocado. La niña tendría los siete años bien cumplidos. Sus ojos eran demasiado grandes para su pequeña cara ovalada. Sus gruesas trenzas le llegaban a la altura de la cadera y eran de un negro intenso. Su piel adquirió un tono más pálido cuando Jacob la miró con su mirada rabiosa. Su madre reprendió a la niña en un idioma que me pareció era portugués. La niña solo se empezó a reír y salió corriendo.
-Vamos, Jake- le dije dándole un codazo-. Es normal sentirse con ganas de empujar a un enorme lobo al agua. Es algo que sienten como necesidad todos los niños de esa edad.
-¿Fue por eso que me hiciste pasar por un charco la semana pasada?
-Touché.
No presté atención a lo que decía el guía. Todo el recorrido estuve con Jacob haciendo comentarios o mas bien criticas “constructivas” hacia los peinados y vestimentas de la mayoría de las personas del grupo.
-Te lo juro, es como un nido de pájaros revoltosos ese cabello- dijo Jake al hablar de una mujer de mayor edad con cabellos grises y alborotados.
Cuando llegamos al Coliseo, uno de los guardias le pidió a Jacob que mantuviera controlada a su “hija”. Yo no era hija de Jacob. Era su mejor amiga.
-Disculpe, creo que hubo una confusión- le dijo Jake al guardia-. Es una amiga.
El guardia abrió un poco los ojos. ¿Cuántos años aparentaba Jake? ¿Veinte y pocos o veinte y muchos? Y yo solo aparentaba unos trece o catorce años. Fue normal la respuesta del guardia. Un adulto no es amigo de los niños. Mucho menos su mejor amigo.
Tanta historia me aburrió en menos de doce minutos. El único lugar que me había interesado realmente, era la Fuente de Trevi.
-¿Te quieres ir?- preguntó Jake.
-¿Me lees la mente?
-Con regularidad- admitió encogiéndose de hombros.
-¡eres un mentiroso! Eso solo lo puede hacer mi papá.
-Pero yo igual leo tu mente…-dijo riéndose-.¿Recuerdas en la fuente cuando me pediste que le preguntara su nombre a Dalila? Leí tus pensamientos.
Le dí un manotazo en el brazo por haberme hecho creer otra cosa.
-Vámonos- dije jalando su mano-. Creo que tienes un poco de hambre.
-Un poco es quedarse corto…
Jake me preguntó por algún restaurante pero, yo tenía tanta idea como el. Por suerte las luces de un restaurante llamaron nuestra atención justo cuando el estomago de Jake empezó a gruñir.
Lo que Jacob buscaba era una pizzería y ya la tenía frente a el. La fachada era de buen gusto. Sobre la puerta habían tres grandes letras la F, la L y la B. suponía que eran las iniciales del nombre del restaurante.
Entramos y lo primero que percibí fue el olor a queso, pepperoni, carne, masa, incluso se olía el refresco.
Una señora nos atendió en italiano. Al ver que ni Jake ni yo entendíamos, llamó a alguien más para que nos atendiera.
Me sorprendí demasiado cuando vi llegar al chico de no mas de quince años. Jacob le llevaba unas dos cabezas de altura. Su cabello era del mismo color que el cabello de mi tío Jasper y sus ojos de un intenso azul que por cierto, estaban completamente enfocados en mi. Como era de esperarse, mi cara se fue ruborizando conforme los segundos pasaban y sus ojos seguían posados en mi.
Jake tosió tres veces y pidió atención.
-Ness, tengo hambre.
-Si, lo se- contesté sentándome en una de las sillas de la primera mesa que vi.
Me siguió y se sentó frente a mi. El chico llegó casi pisándole los talones.
-Hola, soy Andrew y yo los voy a atender hoy- su acento era menos marcado que el de Dalila pero, ni en sueños se acercaría a los años de experiencia que tenían los vampiros-. ¿Qué van a ordenar?
-Serías tan amable de primero mostrarnos el menú- dijo Jacob enfocando dos palabras con más fuerza que las otras.
-Claro- contestó el chico, Andrew un poco intimidado por la expresión de Jacob.
-¿Y a ti qué te pasa? - le pregunté a Jacob aplicando mi mirada reprobatoria.
-Es solo el hambre- se defendió chasqueando la lengua-. El hambre me pone de mal humor.
Entrecerré los ojos y el me miró con esa cara llena de amargura que solo dejaba mostrar que realmente está furioso.
Andrew llegó con una carta para Jacob y una para mi. Según sabía, la comida humana me hacía igual de bien que la sangre pero, se veía tan repugnante. Incluso en las fotografías se veía asquerosa.
Jacob pidió tres pizzas familiares. Seguramente no pensaba compartir.
Para mi gran sorpresa, me ofreció un pedazo de pizza. Sin duda alguna, ese sería un gran reto para mi y para mi estómago.
Tomé el pedazo de pizza y lo acerqué a mi boca. Abrí lentamente los labios y acerqué el trozo de pizza. Jacob me observaba con una sonrisa tonta en el rostro. Esperaba el momento en el que saldría corriendo al baño a vomitar pero, no sabía si podría vomitar. Se supone que entre los humanos- y los licántropos- la pizza es algo delicioso.
Tu puedes Renesmee Carlie Cullen Swan. La pizza entró a mi boca y cerré los dientes. Comencé a masticar lentamente, saboreando la pizza. Ese sabor era algo realmente nuevo para mi. Se sentía el olor a salsa y a queso. Supongo que eso era. Nunca antes había sentido esos sabores mi lengua. Lo más cercano a la comida humana que estuve fue a ese preparado que el abuelo Carlisle me daba de bebé.
No era tan malo como esperaba. Terminé ese pedazo. Jake me ofreció otro y lo tomé sin pensarlo dos veces.
Comí tres rebanadas de pizzas y Jacob se atragantó el resto.
-¿Y? ¿Qué tal?- me preguntó Jacob enarcando una de sus gruesas cejas.
-No estuvo mal- dije mientras me limpiaba la boca con una servilleta. Jacob enarcó la otra ceja-. Bien- admití-. Me gustó, ¿Contento?
-Si, muy contento- dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Estábamos demasiado cerca y se veía aun mas grande su sonrisa-. Ya no podrás criticar la comida que los humanos y licántropos comemos.
Justo en ese momento apareció Andrew que traía los refrescos. Bueno era el refresco de Jacob y mi botella de agua. Recuerdo su pregunta “¿Qué les gustaría beber?” el primer pensamiento que llegó a mi cabeza fue sangre.
Carraspeó la garganta y nos ofreció las bebidas. Jacob rápidamente te puso de mal humor. Me quedaba claro que no era el hambre el que lo ponía así.
-Le gustas y lo sabes- dijo Jacob saliendo de la pizzería.
-¿De qué hablas?- ahora si se le había zafado un tornillo.
-Hablo del meserucho ese… el tal Andrew- hizo una mueca de asco-. Se notaba a cincuenta mil millas que el chico estaba babeando por ti.
-¿Tu crees?- pregunté sin ocultar mi interés-. ¿Crees que debería volver y preguntarle su número de teléfono? No creo que Alice se molesté por el recibo telefónico si le marco algún día…
-¡No!- gritó Jacob. Bingo. Ahora a el le tocaba enojarse. No se me había olvidado la tal Dalila.
No le hice caso y me dirigí de nuevo a la pizzería. Por suerte Andrew seguía allí.
-Hola- saludó tirando lo que tenía en las manos-. De nuevo.
-Hola- dije acercándome más-. Venía por un refresco, es que me dio un poco de sed.
-Ya te lo traigo.
-Gracias.
Regresó con un refresco y me lo dio. Le di el dinero y recordé que nunca le había dicho mi nombre.
-Creo que antes no me había presentado.
-Bueno, no es normal que los clientes se presenten- dijo mirando hacia sus zapatos.
-Aún así, que descortés, soy Nessie- dije ofreciéndole mi mano, que tomó gustoso.
-Gusto en conocerte, ¿vas a estar mucho tiempo aquí en Roma?
-No lo creo- dije mientras hacía una mueca-. Supongo que ya llevo aquí el tiempo que íbamos a estar. ¿un mes o mas? No recuerdo.
-Bien, si quieres dar un paseo antes de irte- se puso colorado al decir esa frase y yo por otro lado-. Puedes llamarme.
-Claro, sería fabuloso.
Su rostro se iluminó al escuchar esa frase. Andrew era realmente lindo. Uno de estos días si le hablaría. No solo por venganza a Jacob.
-Te doy mi número.
Anotó su número en una hoja y me lo dio.
-Gracias, te llamaré.
-Está… bien- su última palabra se quedó un tiempo en su boca antes de salir y su mirada se fijo tras de mi-. Creo que tu… ammm…
Volteé y vi a Jacob parado echando chispas.
-Es mi amigo.
-Ah eso, creo que ya se quiere ir.
-Creo que si- dije mientras me mordía el labio- será mejor que me vaya.
-Nos vemos.
-Claro que si- afirmé mientras salía nuevamente de la pizzería.

1 comentario:

  1. Ola!!*
    siento haberme ausentado un largo rato pero por una u otro cosa no podia subir capitulo, ya que pude, mi computadora se lleno de virus y mi memoria no podia entrar a la computadora y ahi es donde tengo todo escrito! osea, ni siquiera pude escribir! sigo en el capitulo 28 desde hace uff... bueno espero que me entiendan y sigan leyendo =D
    vi en el chat que Kiara quiere capitulos en ingles pero... creo que no los voy a subir en ingles ya que la mayoria de las que leen pz hablan y leen español y wow como es que conocio mi blog? eso es genial! jeje,, bueno voy a seguir escribiendo y voy a abrir otra encuesta sobre Andrew (aparecio por primera vez en este capitulo) Bye<3

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