22° Familia.

Ya habían pasado casi dos años desde que fuimos a Italia. Abrí mi correo y vi un mensaje de Melissa. Lo abrí con esperanzas de saber un poco más sobre mis amigos en Italia. Sentía que había pasado un siglo desde la última vez que los vi.

“Todo marcha muy bien en estos días. Andrew cada vez está más acostumbrado a nuestro estilo de vida. Altea y Alec fueron a Volterra para hacer un trabajo. Las cosas se arreglaron con Cayo. ¿Recuerdas que te conté que Altea había usado su don con el? Pues Aro está muy divertido respecto a ese asunto. Dice que ya era hora de que alguien pusiera en su lugar al cascarrabias de Cayo. Jane cada vez está mejor, hace una semana vino a visitar a su hermano, al parecer todo va mejorando. Yo estoy muy feliz con Andrew, oficialmente somos compañeros.
Pero bueno, suficiente sobre nosotros. Cuéntame algo sobre ustedes, me imagino que ya estás más grande que la última vez que te vi. Haz de ser hermosa como tu madre. ¿Cómo están todos? Dile a tu tía Alice que necesito que me envíe algunos modelos para una fiesta que realizarán los Volturi en honor a la remodelación de una de las torres. ¿No es algo tonto? Cambian el tapiz de una habitación y amerita una fiesta. Jajaja, bien es todo lo que tengo para contarte. Espero verte pronto. Saludos para todos.”
Con cariño, Melissa.

Sonreí al leer que las cosas estaban mejorando. Me alegraba mucho escuchar esas noticias. Cerré la laptop, en otro momento le respondería.
Tomé un abrigo y me dirigí a la puerta.
-Mamá, bajaré un rato a La Push, vuelvo en poco tiempo.
-Recuerda que iremos a ver a Charlie.
-Sí, mamá.
Tomé las llaves del Corvette de papá y conduje hasta la reserva. Mientras pasaba por el bosque, vi a Embry y a Quil peleando por un siervo. Nunca iban a madurar. Estacioné el auto frente a la casa de Sam y Emily. El pequeño Ian salió a recibirme. Apenas y caminaba el nene, se le marcaba un hoyuelo en la barbilla cada que sonreía. Era muy parecido a Sam pero con la belleza de su madre Emily. Sam salió en busca de su hijo que se había escapado, al parecer del baño que le esperaba.
-Ti-tía Ness- dijo el pequeño-. Vo a bañalme, etuve juando con lodo y me entucié.
-¿Qué Sam no te enseña a no jugar con cosas que te puedan ensuciar como el lodo?
-Él fue el que empezó a jugar con lodo- dijo Emily asomándose en el porche.
-No estaba jugando- dijo Sam poniendo los ojos en blanco-. Estaba… viendo que la tierra tuviera suficiente agua.
-Claro, cielo. Te creo- dijo Emily dándole golpecitos en la espalda.
-¿Está Jacob aquí?- pregunté a Sam.
-Está dormido. Billy no lo dejó entrar después del destrozo que hizo ayer.
-Me imagino- respondí en un suspiro-. Ha estado muy alterado.
-Es simplemente que ya no aguanta el mal humor de Leah. Cada día está más insoportable.
-¿Leah? Pero si ella siempre está de buen humor, nota mi sarcasmo.
Sam se rió bajo y luego retomó la conversación.
-Pasa a ver a Jake. No tardará mucho en despertar.
-Gracias.
Entre a la casa y caminé hasta el cuarto de visitas que era de donde provenían los ronquidos de Jacob. Abrí la puerta y vi a mi mejor amigo durmiendo tranquilamente. Su semblante estaba relajado, estos últimos días había estado muy tenso gracias a Leah. Me senté junto a él y acaricié su cabello. Lo había vuelto a cortar. Se escuchaba la risa de Ian en la habitación de junto, al parecer disfrutaba darse un baño con sus muñecos.
Jacob abrió los ojos en poco tiempo.
-Buenos días, bello durmiente.
Dio un largo bostezo y sonrió de oreja a oreja.
-Qué lindo es despertar y contar con tu presencia.
-¿Te sientes mejor?
-Sí, me siento más relajado, solo espero no volver a escuchar a Leah renegando por cualquier cosa. La menopausia le afectó.
-Tonto, Jacob. Debes entenderla, solo quiere que alguien la quiera.
-¿Pero tanto como para que me culpe de lo que le pasa?
-Yo siempre te culpo de lo que me pasa- dije encogiéndome de hombros-. ¿Recuerdas cuando tiré agua en el auto de Lizzie? No te dije nada pero te eché la culpa.
-Ya decía yo que no me prohibía entrar a su carro solo porque sí.
-Bien, será mejor que vayas a ver a Billy y arregles lo que rompiste.
-Que flojera.
-¿Quién te manda a transformarte a mitad de la sala?
-Está bien.
-Te llevo, traje el Corvette de papá.
-¿El negro o el plata?
-El negro.
-Excelente.
Llegamos a casa de Jacob en cuestión de pocos minutos. Nuestra amistad se había vuelto más estrecha con el paso de los años. Ahora no me veían como la pequeña amiga de Jacob Black, ya era casi de su edad. En unos meses cumpliría la mayoría de edad y Alice ya estaba planeando mi fiesta de cumpleaños.
-Hola, chicos- saludó Billy.
-¿Cómo te encueras?-pregunté.
-Siempre fuerte.
-Me alegro- sonreí-. Jacob viene a arreglar las cosas que rompió ayer.
-Dudo que pueda repara los sofás.
-Todo se puede.
Ayudé a Jake a componer lo que tenía arreglo. La DVD había quedado hecha trizas y no tenía arreglo. Cerca del atardecer, me despedí de Jacob y de Billy, los invité a ver al abuelo Charlie, pero dijeron que estaban muy ocupados en terminar de arreglar la sala.
Conduje hasta casa donde mamá y papá ya me esperaban. Le entregué las llaves del carro a papá y me subí en los asientos de atrás.
-Nessie, la próxima semana vamos a salir- anunció mamá.
-¿A dónde iremos?
-Saldremos tus tíos, tu papá y yo.
-¿Yo no iré? ¿Por qué? ¿Quién no me invitó? ¿Qué tiene en la cabeza?
-Tranquilizante, amor- pidió papá-. Es una reunión de nuestros viejos compañeros de escuela y no podemos llegar con una hija de casi dieciséis años y decirles que eres nuestra hija.
-¿Puedo ir a Port Ángeles ese día?
-Claro- dijo papá- pero Jacob te acompaña.
-Está bien, por mi no hay problema.
Juraría escuchar un “Claro que para ti no hay problema” pero no puse atención ya que habíamos llegado a casa del abuelo Charlie.
Casi volé fuera del auto y corría a abrazar a mi abuelo que se encontraba con Sue en el umbral.
-¡Abuelo!- grité emocionada-. Tenía mucho que no te veía.
-Casi un mes ¿no?
-Siento que fue mas, hola Sue, ¿Cómo has estado?
-Muy bien, Ness, ¿Y tú?
-Feliz- luego cambié el tema-. Leah lo volvió a hacer.
-No sé qué haré con esa hija mía que tengo.
-Pregúntale a Billy si está feliz.
-Me imagino cómo reaccionó Jacob. ¿Saldo?
-Hay sobrevivientes.
-Llevará a pescar a Billy para que se le pase el enojo- dijo mi abuelo.
-Sería gran idea, cielo- dijo Sue.
No solo yo me sentía rara de escuchar hablar a Sue y a mi abuelo así, nunca me lo imaginé con alguien más, incluso sin haberlos visto juntos más que en fotos, solo mi imagino a Charlie con Renee y al parecer mamá pensaba lo mismo que yo.
-Hay que pasar ¿No creen?- preguntó Sue-. Aquí nos congelamos.
Todos entramos a la casa y aunque estábamos en pleno verano, hacía solo un poco de frío.
-No aguantas nada- dijo papá.
Puse los ojos en blanco. El abuelo seguía igual de bien, nunca se le veían los años que tenía, como si fuera un vampiro.
Me imaginé la reunión de la escuela de mis padres, ya casi pasaron seis años y no han cambiado nada, sus antiguos compañeros ya habrían de estar algo cambiados, con hijos normales y se sorprenderán al ver a mis padres igual que hace seis años.
Me gustaría tanto ir y ver la cara de todos. Solo los había visto en foto, habían sido de hace años, un poco después de que mamá cumpliera dieciocho años. Sentí un escalofrío recorrerme la columna vertebral al imaginar la vida de mi mamá sin mi papá. El semblante de mi padre se volvió difunto. Lo siento. Pensé.
No volví a pensar en el tema y me dediqué a comer algo de lo que había preparado Sue. Su fuerte no era la lasaña pero no estaba tan mal, prefería la lasaña que preparaba mamá.
Estuvimos platicando durante horas, papá molestaba a Charlie con la foto del día de su boda con mamá, mi abuelo se veía demasiado gracioso con un saco que ni siquiera le cerraba. Aun así se veía muy apuesto.
-Abuelo, eres el más guapo de la fotografía.
-Claro, solo sale Seth y no estaba en su mejor momento.
-Aún así, eres el más apuesto de la fotografía.
-No menosprecien a mi hijo- agregó Sue.
-Nunca- dije a Sue. Luego junto a su oído agregué:
-Solo quiero hacer sentir bien al abuelo.
-Escuché eso Nessie.
-¿Qué cosa abuelo? Debo agregar, el más guapo.
-Papá, Nessie tiene razón-dijo mamá.
-Gracias, mami.
Subía a la habitación que era de mi madre y comencé a divagar por todos lados, encontré varias cosas que eran de mamá cuando era humana. Ropa, mucha ropa que Alice no la dejaría ponerse nunca más. Encontré sus viejas libretas de escuela, vaya que era distraída. En varios apuntes había un corazón con una E y una B dentro. Era algo tonto y cursi, pero lindo. La habitación no tenía aspecto de no haber sido ocupada en años, era como si mi madre siguiera ahí. Me asomé por la ventana, la misma ventana por la que entraba papá en las noches. Podía imaginar a mi papá trepando por la ventana y a mi madre esperándolo, que romántico. Me acosté en la cama y me envolví en las sabanas, comencé a pensar en una canción que me había enseñado papá el verano pasado de Kevin Kern. No supe el momento en el que quedé dormida.
Al despertar noté que seguía en la habitación de mamá pero ya era de día, bajé las escaleras y noté que solo estaban Sue y Charlie desayunando.
-¿Y mis papás?
-Te dejaron dormir, te veías cansada.
-Que bien, ¿Qué hay de desayunar?
-Solo pide y lo tendrás- dijo Sue.
-Yo me tengo que ir a la comisaría.
-Deberías dejar de trabajar, abuelo- dije sentándome en la mesa-. ¿No te aburres nunca de trabajar?
-Nunca trabaja- respondió Sue-. Se la pasa jugando cartas.
El abuelo chasqueó los dientes y se dio media vuelta.
-Regreso de “jugar” a las seis.
Desayuné una taza de cereal Cherrios, el cual era el favorito de mamá antes, y me fui a ver televisión con Sue mientras llegaban por mí.
Cuando llegué a casa, tomé mi ropa y me metí a bañar, cuando salí me propuse a rogar para asistir a esa reunión.