lunes, 23 de noviembre de 2009

21° Primer Final.

-Trata de volver a tu forma humana- dije a Jake-. Se te hará más fácil curarte.
El lobo asintió. Me di vuelta para no verlo. Pasaron cinco minutos y pude escuchar su voz.
-¿Estás bien?
-Todo está bien-dije entre un bostezo-. Eres tu el que me preocupa.
-¿Yo? A ti es a la que le acaban de suturar la cabeza.
-Al menos yo no tengo toda la columna vertebral rota.
-Sanará en unas horas. He estado peor.
-Deberíamos irnos de aquí. Las cosas se pondrán peor.
-¿Ahora eres psíquica?
-No. Es algo que se puede saber rápido.
-Si tienes razón. Será mejor irnos. El único problema es que no me puedo mover y no hay carros aquí.
-Mamá puede ir por el auto.
-¿Y planeas conducir tu? – preguntó mamá hincándose junto a mí.
-Planeaba que condujeras tú.
-Por supuesto. Espérenme aquí, no se muevan.
-Imposible-renegó Jacob.
Mamá desapareció en una fugaz carrera.
En menos de diez minutos llegó por nosotros. La ayudé a subir a Jacob al carro. Aunque se hacía el valiente, en su semblante se notaba lo mucho que le dolía. Me subí en el asiento del copiloto y me fui sobando la nuca en lo que llegábamos a casa.
-¿Te sientes bien?-preguntaron mamá y Jake a la vez al ver mis ademanes.
-Sí, todo está bien. Se siente raro.
-¿Qué sientes?
-Las vendas, eso es todo. Siento raro tener algo así. Nunca antes me había pasado algo parecido.
-Al parecer este viaje te hizo sentir más humana de lo que hubieras imaginado sentirte- dijo Jacob.
-Sí.
Esa fue toda nuestra conversación. Cuando acomodamos a Jacob en la cama. Me tumbé junto a él. Estaba demasiado cansada, había pasado toda una noche en vela. Esta había sido la peor noche de todas. Me estaba quedando dormida, cuando escuché unos gritos que venían de la habitación de Melissa. Jake a mi lado estaba roncando. Tuve la certeza de donde provenían esos gritos. Si él no lo hace, yo si lo haré. Andrew debía estar sufriendo por la transformación. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral. Traté de no pensar en lo que ocurría en esa habitación. Poco a poco volví a conciliar el sueño.
Me desperté gracias al calor que reinaba en la habitación, Jacob seguía dormido a mi lado. Lo desperté, quería ver como seguía su espalda. Se estiró y dio un bostezo. Me alegró ver que pudo arquear la espalda sin dificultad.
-¿Qué? –Preguntó deteniendo su bostezo-. ¿Por qué esa sonrisa?
-Ya estás bien.
-Te dije que lo estaría- dijo encogiéndose de hombros.
-Lo sé.
Bajamos a desayunar y todos estaban. Todos. Eso me alegró rotundamente. No había habido bajas en la madrugada. Melissa no estaba. Papá corrió a abrazarme.
-No sabes lo difícil que fue verte herida.
-No te preocupes por mi- dije abrazándolo más fuerte-. Tú eras el que estaba luchando contra esos despiadados vampiros.
-Todos corrimos peligro ayer.
-Si- coincidió papá-. Lo bueno es que nadie murió.
-¿Nadie?-preguntó Jacob.
-Nadie. Aro supo controlar las cosas. Al parecer a Jane le espera un castigo en casa.
-Estará encerrada- dijo Alec-. Hace años que no pasaba algo así. Cuando Jane se descontrola, Aro la encierra en una habitación difícil de destruir. Ni un vampiro puede destruir esas paredes. Ya he tratado de destruirlas y sin éxito.
-¿Qué material es?-preguntó Carlisle ahora interesado.
-No tengo la menor idea.
Las pláticas siguieron entre Alec y Carlisle.
Mamá y Alice subieron las escaleras. Las seguí, no me interesaba esa plática. Estaba feliz de que todo hubiera terminado y no quería saber los detalles de cómo pasó todo, suficiente había sido con lo que había visto yo. Llegué a la habitación de mis padres y me encontré con la maleta de papá en la cama. Alice y mamá estaban empezando a empacar. Me propuse a ayudarlas y fui a hacer mi maleta.
No quise irme hasta el día en el que Andrew despertó. Eso fue un día más de lo previsto. Fueron cuatro días de oír sus gritos. Cuando despertó solo Melissa estaba con él. Todos esos cuatro días, Melissa cuidó de él. Fue cuando entendí de que vista hablaba en el parque. Unas horas después, luego de la primera caza, fui a ver a Andrew. Mi primera reacción fue de sorpresa, esperaba ver sus ojos azules y me encontré con unos orbes rojos.
-¿Tu eres como ellos? ¿Cómo yo?-preguntó titubeante.
-Un poco.
-Explícate- exigió. Se veía asustado.
-Es algo que yo no elegí, así como tú no lo escogiste, pero lo mío es más fuerte, yo nací así.
-¿Es posible nacer así?
-Solo si tienes madre humana. Mi padre es vampiro y mi madre igual solo que me concibió cuando aún era humana, fue por eso que tuvieron que convertirla. Si supieras esa historia…
-Solo quiero saber que va a pasar conmigo.
-Pasará lo que tú quieras que pase. Puedes elegir quedarte con Melissa o irte por tu rumbo solo pero con los humanos no puedes volver.
-¿Qué va a pasar con mi familia? ¿No voy a volver a verlos nunca más?
-Qué más quisiera decirte yo que si pero no.
-¿Por qué?
-Estabas muriendo-respondí a su pregunta-. No podíamos dejarte morir ahí.
Hundió su cara entre sus manos y sus rodillas. Caminé hasta donde se encontraba y lo abracé.
El cuarto estaba en penumbras. Solo entraba luz por una ventana que estaba cerrada. La atmósfera estaba cargada de sufrimiento. Escuché a Mel afuera de la habitación pero no me quería ir. Al día siguiente nos iríamos y posiblemente no volvería a saber más de mi amigo.
-¿Quién era la rubia?- preguntó en un susurro-. La que me atacó ayer.
-Jane Volturi-dije provocando un escalofrío-. Es un miembro de la guardia Volturi. Melissa tendrá tiempo de explicarte, es una historia que abarca miles de años.
-¿Los Volturi son malos?
-No son malos. Son lo más cercano que hay en este mundo a la realeza. Ellos hacen que se cumpla la ley.
-¿Leyes?
-Sí, todas se remontan a una sola regla. Guardar el secreto.
-Ah.
-No te preocupes, pronto te acostumbrarás a esta vida. Melissa, Altea y Alec se encargarán de eso.
-¿Tu no?
-Recuerda que yo me voy mañana. No sé cuando nos volveremos a ver. Tienes que prometerme hacerle caso a Melissa, los primeros años son los más difíciles pero igual lo disfrutarás. La fuerza, la velocidad, tus sentidos incrementados y nunca salgas a la luz del día.
-¿Me derrito?
Me dio risa su pregunta.
-No, solo brillas como si tuvieras millones de diamantes incrustados en la piel. Es algo lindo pero no cuando quieres salir y hay personas. Yo no tengo ese problema ya que mi brillo es muy tenue y no es visible al ojo humano.
-¿Cuántos años tienes? Pero tu verdadera edad. Sé que los vampiros son inmortales.
-Ya te expliqué que soy híbrida y si quieres saberlo, estoy rondando por los cuatro años.
Sus ojos se abrieron como platos y sus pupilas se dilataron.
-¿Cómo… cómo es posible…? Pero te ves más grande.
-Lo sé, es algo que no logramos explicárnoslo. Son muchas cosas que queremos saber y no sabemos por eso mi abuelo Carlisle hace investigaciones. Esperamos tener algo concreto pronto. Ya casi alcanzo la mayoría de edad. Esperamos que en unos dos años mi crecimiento pare. Eso pasó con otros semivampiros que conocemos.
-Eres un enigma que estoy deseoso de conocer por completo, Renesmee, espero que nunca perdamos contacto.
-Te aseguro que no.
Seguimos hablando durante unas horas más. Al final estuvo más tranquilo y ya casi aceptaba lo que era. Me alegró saber que quedaba en buenas manos.
El momento de irnos estaba a la vuelta de la esquina. Alec y Altea se habían convertido en unos grandes amigos y los extrañaría demasiado.
-Prométanme que nunca se van a separar- pedí a ambos.
-Lo prometemos- contestaron sonrientes-. Imposible.
-¿Qué pasará contigo, Alec? Toda tu vida has pertenecido a los Volturi.
-Y seguiré siendo un Volturi pero ya no en el sentido estricto de la palabra. Estaré cuando me necesiten pero ya no será como antes.
-Será como ir al trabajo. Tal y como hacen los humanos- dijo Altea riéndose.
-Como ir al trabajo- coincidió Alec.
Luego le dio un abrazo y besó su frente.
-Mejor los dejo solos- dije estremeciéndome falsamente.
Los dos se rieron y siguieron demostrándose todo el amor que sentían.
Solo me quedaba una cosa por hacer antes de irme y no podía irme sin cumplirla.
Seguí ese aroma que recordaba por toda la ciudad hasta que di con un departamento ocupado por dos universitarias. Solo una de ellas era la que realmente importaba. Entré por la ventana mientras dormían y busqué donde estaba. Puse mi bolso junto al tocador, comencé a sacar lo que había dentro. Un bote de pintura se cayó al suelo haciendo un pequeño pero audible ruido. La chica de la cama de junto se movió un poco y recuperó el sueño. Tomé la pintura en aerosol verde y comencé a pintarle el cabello. Ese cabello mal teñido y seco, le hacía un favor. Cuando terminé de pintar cada parte de su cabello hasta la raíz, fui por el queso derretido. Con una cuchara de plástico comencé a untar el queso por toda su cara. Vaya que Dalila tenía el sueño pesado. Durante un segundo pensé que estaba muerta de no ser por el compás de su respiración. No había mucho que hacerle. En su tocador había mouse para cabello y decidí jugar un poco con él. Comencé en las palmas de las manos hasta llegar a la clavícula. Puse un poco en sus sábanas. Abrí uno de sus perfumes y vaya que tenía mal gusto para los perfumes. Destapé el perfume y lo vacié por toda la habitación. Rayé un poco las paredes con mis iniciales. En su espejo escribí con lápiz labial “RCC te vigila” nunca daría conmigo. Renesmee Carlie Cullen, desde ahora viviría aterrorizada de RCC. No lo había notado pero mis iniciales daban un poco de intriga. Hice un poco más de travesuras en su cuarto y antes del amanecer salí por su ventana. Antes de saltar, admiré con orgullo mi hermosa creación. Moriría por ver su reacción. Corrí hacia la casa y llegué justo cuando el sol comenzaba a asomarse. Eso solo significaba una cosa. La hora de partir había llegado. Todos salieron de sus habitaciones. Había una gran diferencia entre las expresiones de mi familia y las expresiones de mis amigos. No había duda de quienes estaban felices y quienes tristes.
-Bien familia, llegó la hora de irnos- anunció el abuelo con cierto toque de melancolía en la voz.
Melissa corrió a abrazarme entre sollozos.
-Vamos, Mel- dije estrechándola fuerte entre mis brazos-. No será la última vez que nos veamos.
-Edward, consíguele un celular a tu hija ya que no dejará de sonar nunca- pidió y amenazó Mel.
-¿Y el mío no? –preguntó Alice haciendo puchero.
-Por supuesto que sí- gritó Melissa-. ¿Quién más me dará consejos de moda si no eres tú? Necesitaré tu ayuda siempre, claro si no te molesta.
-¿Molestarme? Mi deber en este mundo es guiar a las personas por el buen camino de la moda. ¿Qué sería del mundo sin mi gran sentido de la moda? No quiero ni imaginarlo.
Alice siguió parloteando sobre su gran sentido de la moda, mientras me seguí despidiendo de mis amigos.
-Que difíciles son las despedidas- me dijo Altea.
-Y más cuando hay cariño y amor entre las personas que se despiden- respondí.
-Tienes que contarme todo lo que te pase. Y quiero ir a tu fiesta de cumpleaños especial.
-Claro, no pueden faltar.
-Cierto- gritó Alice-. Todos tienen que confirmar su asistencia a la fiesta.
-Ali, faltan dos años- dijo Jasper abrazándola por la cintura.
-Pero hay que planear con tiempo para que todo sea perfecto.
Emmett llegó con una media sucia y se la metió en la boca.
-Puaj- se quejó Alice-. Eres un tonto Emm.
Los abrazos y las despedidas duraron más de una hora. Luego cruzamos la gran puerta de madera sabiendo que pasarían muchos años para volver a pasar por ella. Había cuatro vampiros en esa casa en donde antes solo había dos que no conocían el amor.
Comenzamos la carrera hasta el aeropuerto internacional donde tomaríamos un vuelo a Washington DC y luego uno a Port Ángeles, donde nos esperarían Seth y Quil con los carros. Por fin volvería a Forks. Era bueno conocer otros lugares pero nada comparado con el lugar en donde vivimos.
El avión comenzó a descender en Port Ángeles cuando comenzaban a salir algunas estrellas. Jacob apretó mi mano, fue cuando me di cuenta que ya los pasajeros comenzaban a bajarse del avión.
Seth y Quil estaban en el estacionamiento del aeropuerto esperándonos con el Mercedes de mi abuelo y el Ferrari de mamá.
La carretera oscura se me hacía tan familiar y me alegré tanto de volver. El olor a musgo, a pino, eran olores exquisitos. Nunca había estado tan feliz de ver tanto verde.
-Bienvenida a casa- susurró Jacob cuando dimos vuelta en el camino que daba hacia nuestra casa. Fue cuando vi esa gran casa blanca y supe con toda certeza que habíamos vuelto a casa.

2 comentarios:

  1. =D k genial.
    Pero k onda con la media sucia de Emmet jaja

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  2. jajaja paara qe se callara xD esa parte jajaja te diije qe estaba loqo el capii

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